Si un día fuiste joven y friki te gustará el texto que viene a continuación. Y si has jugado a rol, más todavía.
El siguiente artículo es en su mayor parte la traducción de un artículo que ha publicado el propio Patrick Rothfuss hoy mismo, intercalado por algunas de nuestras reflexiones. Hemos decidido traducir esta historia para todos vosotros porque creemos que merece la pena.
Patrick empieza contándonos que, aunque a muchos de nosotros pueda no sorprendernos, de joven él no molaba. No le malinterpretéis. No era infeliz. No era uno de los chicos más populares, pero pocos lo son. No tenía muchos amigos, pero tenía unos cuantos. Además, vivía en el campo, por lo que no había muchos chicos con los que jugar en su vecindario, porque no había vecinos. Sólo estaban él y un montón de libros.
Además tenía los mejores padres que podía imaginar. Padres que, cuando el joven Patrick les pidió un látigo por su cumpleaños, se lo compraron. Y como podéis ver en la fotografía que aparece a continuación, también le compraron la caja verde de D&D (el juego de rol Dungeons and Dragons).
Patrick descubrió D&D en quinto curso. Vio a unos chicos jugando en la escuela, un día que hacía mal tiempo fuera y estaban pasando el rato en el interior.
Nunca había oído hablar de ese juego antes. Parecía muy divertido. Le preguntó a los chicos si podía jugar. «No», dijeron. No fue un «no» titubeante. Era un auténtico «No, estamos seguros de que no queremos que juegues a esto». Fuera su intención o no, Patrick se marchó con la clara idea de que no era un chico lo suficientemente guay como para jugar a D&D.
Debéis recordar que esto ocurrió al principio de los años 80. Los geeks (o frikis) no estaban de moda por aquel entonces. No había internet. No había grandes encuentros de cómics.
Hoy en día cualquiera juega al WOW, lee Harry Potter y va a ver las pelis de X-Men. Los geeks ahora son una corriente. Son mainstream.
Pero entonces no solía ser así. Durante aquellos días se metían contigo por leer novelas de fantasía. O leer cómics. O tirar un dado y hacer como si fueras un mago. Los geeks estaban muy bajos en el orden social.
Aquellos chicos, aquellos geeks, eran tipos que particularmente no querían pasar el rato con Patrick. Así que Pat se las apañó para conseguir la caja roja de D&D, y la leyó entera. Y creó un personaje. Y jugó a D&D consigo mismo. Al decirlo, al propio Patrick se le ocurre que quizá ese fue uno de los primeros pasos para convertirse en escritor. Ser un autor se parece a jugar a D&D contigo mismo.
Más tarde conseguió las otras cajas, normalmente como regalos de Navidad. Sus padres realmente no sabían de qué iba todo aquello. Pero aparte de eso, eran muy comprensivos. Su madre era una hippie, así que cuando le pidió que le hiciera una capa, no se lo pensó mucho. Ella ya había hecho capas para otras personas. La principal diferencia era que las personas para las que había hecho capas, allá por los años 60, tenían al menos una lejana posibilidad de tener sexo.
Y entonces Patrick encontró esto en la biblioteca pública de Madison:
Advanced Dungeons and Dragons. Este libro era diferente. Era pesado. Era serio. Estaba lleno de gráficas y tablas. Imaginemos que te aventuras en un pantano y quieres saber cuántas posibilidades tienes de contraer una enfermedad. Bueno, pues había reglas para eso. En serio.
Cerca del final del libro estaba el «Apéndice N – Lectura educativa e inspiradora«. La lista de libros que los creadores de este juego creían que otros deberían leer. Había algunos grandes nombres en la lista. Tolkien. Zelazny. Saberhagen. Norton.
Con el tiempo Patrick encontró gente con la que jugar a D&D. Jugó durante toda su época de instituto con personas diferentes, sobre todo con sus dos mejores amigos, Steve y Ryan.
Cuando se graduó en el instituto, en lugar de hacer una fiesta de graduación, le pidió a sus padres si podía ir a la cabaña que tenían al norte con Steve y Ryan. Ellos aceptaron y, durante una semana, no hicieron prácticamente nada salvo jugar a D&D.
También jugó en la universidad y eso le sirvió para hacer amigos en Stevens Point. Amigos como Endo, que le presentó a otros amigos, y así conoció a la que sería su primera novia, junto a otras personas que a día de hoy todavía aprecia.
Este año ha salido a la venta la 5ª edición del juego D&D. Según el propio Pat, es un libro hermoso, con un nuevo sistema flexible y fácil de usar. Pero para esta historia, lo importante de ese libro es lo que aparece al final.
«Apéndice R: Lectura inspiradora.»
Hay muchos más libros que antes, como debe ser. El género ha crecido mucho desde la edición de 1979 que leyó Patrick.
En la lista sigue habiendo nombres familiares, como Tolkien. También hay escritoras femeninas, como LeGuin, y algunos amigos actuales de Patrick, como Jemisin o Sanderson. Pero también está esto:
Ahí está Patrick. Él está en el libro. Ahora es una pequeña «parte» de D&D.
Para él es difícil hacerse a la idea. Es maravilloso, halagador y también muy extraño. Su vida se ha convertido en algo muy extraño durante estos últimos años.
Y todo esto a pesar de que, mientras escribía su primera novela, él pensaba que ni siquiera publicarían El Nombre del Viento. Pero ahí está. Ahora es él quien nos inspira a nosotros.
Ismael
| #
Nunca jugué aquel juego tampoco soy de esa época pero leer esto me sacó unas lágrimas. Si a Pat le llevó tanto trabajo concluir su novela, y que ésta le haya traído muchos éxitos y cosas que nunca imaginó me hace sentir bien y me da ánimos sólo llevo un año con mi novela y podrán entender que uno sienta que «¿Para qué lo hago? nunca me publicarán ni mucho menos me leerán» hay esperanzas. :) Arriba Pat!
JuanCho
| #
Me gusta este artículo